Rubén Darío llegó a la ciudad de su infancia, León, el 7 de enero de 1916 y murió el 6 de febrero luego de una agonía trágica, víctima de una cirrosis atrófica producida por el alcoholismo, que además le afectó fuertemente el sistema nervioso.
Las honras fúnebres del Padre del Modernismo duraron varios días, presididas por el Obispo de León Simeón Pereira y Castellón y el presidente Adolfo Díaz Recinos.
Fue sepultado en la Catedral de León el 13 de febrero del mismo año, al pie de la estatua de San Pablo cerca del presbiterio, debajo de un león de concreto, arena y cal hecho por el escultor granadino Jorge Navas Cordonero; dicho león se asemeja al León de Lucerna, Suiza, hecho por el escultor danés Bertel Thorvaldsen (1770-1844).
El archivo de Darío fue donado por Francisca Sánchez al gobierno de España en 1956 y ahora está en la Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid.
Francisca tuvo cuatro hijos con Darío -tres murieron siendo muy niños, el otro en la madurez, enterrado en México-. Muerto Darío, Francisca se casó con José Villacastín, un hombre culto, que gastó toda su fortuna en recoger la obra de Rubén que se encontraba dispersa por todo el mundo y que entregó para su publicación al editor Aguilar, de quien era buen amigo.
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