El drama es grande entre las familias nicaragüenses que perdieron a sus seres queridos en el incendio de Murcia, España y que este fin de semana, cumplirá ocho días. En Chinandega, los familiares de la madre, sus dos hijos y su nuera, realizan los preparativos para una misa de nueve días.
En tanto, la familia Salazar del barrio El Rosario, saltan obstáculos para lidiar con su propia tragedia. Un pariente de Tania Angélica Salazar, la víctima, viajaría a España en las próximas horas para hacer las gestiones de la repatriación de sus restos. En el caso de la familia Hernández de El Calvario, al ya estar reconocidos también, hacen los trámites para que sus deudos vuelvan y puedan descansar en paz en su tierra natal.
“Estamos ya revisando las fechas de la misa en la parroquia Dulce Nombre de Jesús del barrio El Calvario, sería una misa de Nueve Días para orar por el alma de nuestros seres queridos”, indicó una fuente cercana a la familia Hernández, quienes sufren la pérdida de Martha Hernández, de sus hijos Sergio y Erick Hernández, y la pareja de este último Orfilia Blandón, en cuyo ser se empezaba a gestarse su primer bebé.
De las gestiones de repatriación de los restos están a cargo las dos hijas que le sobreviven a Martha Hernández, quienes viven en España y hacen lo posible para que los trámites sean los más diligentes posibles.
Triste travesía
Tania Angélica Salazar, la quinta víctima que acompañaba a las otras víctimas de la familia Hernández al momento del siniestro, vivía sola en España y desde lejos velaba por su madre, la docente Marielos Martínez, y por su hija Fridda Salazar.
Fridda, estaría lista para viajar con la misión de volver con los restos de su madre Tania Angélica, los cuales serían cremados para llevarlos a su natal Chinandega “Oficialmente el día de hoy (este jueves) han declarado a mi mamá como una de las víctimas que pereció en el incendio ocurrido en Murcia”, escribió Fridda en su cuenta de Facebook. El mensaje iba dirigido a todas las personas que estaban pendientes de lo ocurrido, y que ella y su abuela Marielos Martínez, no han podido atender.
También escribieron: “apreciados amigos y familiares, ante esta tragedia que nos embarga, agradecemos de corazón todo sentimiento de pesar. Confiando siempre con el consuelo en que somos y seremos consoladas en Dios. Muchas gracias por sus oraciones, sus palabras de apoyo, de ánimo y estar pendiente de nosotras. De antemano una disculpa si no hemos respondido sus mensajes, sólo nos estamos tomando nuestro momento de luto. Gracias a todos por todo. Atentamente Fridda y Marielos” concluye el mensaje dirigido a sus amistades.
En su casa, la docente Marielos Martínez, madre de Tania, apenas empieza a recibir algunos allegados. Sus ojos pardos aún irritados por el llanto se esfuerzan por mantenerse abiertos. Martínez es una maestra jubilada que entregó su vida a la enseñanza por 40 años. Es graduada en Educación Especial e impartió la asignatura de Ciencias Sociales en el Instituto Nacional “Miguel Ángel Ortez y Guillén”.
Única hija
Martínez enviudó joven y quedó a cargo de su única hija, Tania Angélica Salazar, a quien logró formar como bióloga marina a pesar de las dificultades económicas y sus escuetos ingresos.
“Mi hija trabajaba en camaroneras de acá de Chinandega, pero el huracán Mitch arrasó con muchas de las granjas y ella se quedó sin empleo. Luego encontró trabajo en Honduras, pero ese país se puso muy peligroso y entonces ella decidió emigrar”, compartió la profesora Marielos.
A medida que conversamos con la maestra, vecinos aprovechan que la puerta de la casa esquinera está abierta para expresar desde la verja su solidaridad. Amable la maestra agradeció el gesto y aprovechó para comentar que también harán una misa en honor a su hija cuando sus restos lleguen.
“Es que hasta ahorita estoy abriendo la puerta y recibiendo algunas personas, esto es muy difícil para nosotras”, cuenta la maestra, quien a pesar de su dolor de madre, no deja de pensar en el dolor que embarga a su nieta Fridda, la encargada de las gestiones de repatriar los restos de su madre.
La profesora Marielos recuerda que todos los días se comunicaba con su hija Tania a través de una video llamada, “Ella me marcaba y yo en esa mecedora hablábamos de la casa, del trabajo, de todo”, relata la docente.
La docente en retiro tiene 70 años y padece afecciones coronarias. Recuerda que su hija pagaba a una persona para que la atendiera y le apoyaba con sus medicinas.
La maestra se encuentra a la espera de que los restos de su hija arriben a Nicaragua para poder despedirla. Aunque la docente se planta valiente ante la situación por demás trágica, piensa también en el dolor que atraviesa su nieta, ahora “su hija única”.
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