Los crímenes y robos armados, son cada vez más frecuentes en las montañas del norte del país, creando un ambiente de zozobra y temor en la población campesina.
Un caso que recientemente consternó a pobladores de esta zona, fue el asesinato de un niño de 10 años en la microrregión de Wamblan, municipio de Wiwilí, que fue encontrado sin vida en predio montoso. Nicolás Acuña, de 50 años, padre del menor, dijo que a su hijo lo asesinaron a machetazos.
Otro caso es el de un campesino asesinado de 26 estocadas y seis disparos de arma de fuego. El nombre de la víctima, es Jarvin Gutiérrez. El hecho se dio en la propiedad de Mateo Herrera, ubicada en la microrregión de Plan de Grama, en el municipio de Wiwilí.
Otro hecho de sangre más, ocurrió en la zona urbana de Wiwilí, donde la joven Freydi Lucía Borge Rayo, de 20 años, falleció en un centro hospitalario, luego que un sujeto identificado como Jorvin Magdiel Garmendia Barrientos, de 36 años de edad, le propinó tres impactos de bala luego de discutir con ella.
En la zona indígena de San José de Bocay fue asesinado Alexander Urbina, quien era oficial de la policía sandinista. Urbina, fue asesinado por desconocidos cuando regresaba de un operativo, según informó la misma institución policial. Estos hechos de sangre se registraron apenas en los últimos quince días del mes de febrero.
Robos y asaltos en impunidad
Sumado a estos hechos, en todas las comunidades se han desatado robos por parte de personas armadas, siendo principalmente las víctimas, productores de esa zona.
Un ciudadano, cuyo nombre omitiremos por seguridad, confirmó que son varios los productores que han sido asaltados pero, que por temor, no denuncian y prefieren guardar silencio. “Aquí se desconfía hasta de las autoridades”, dijo el ciudadano. “En los pocos casos que se han denunciado, no ha habido ningúna acción para aclarar los hechos”, se quejaron.
Otro ciudadano confió que ante esta ola de violencia y robos en las montañas de Jinotega, altos mandos de la Policía y del Ejército en esta zona, han reunido a la población para pedirles que colaboren con información para dar con los responsables.
“Es raro, la mayoría de víctimas de asalto son campesinos que se han declarado opositores al gobierno y aquí todos sabemos que hay armas en manos de fanáticos orteguistas y la policía sabe quienes son, pero no hace nada, no los atrapa”, denunció otro ciudadano norteño.
“Aquí vivimos con miedo, porque la policía nunca agarra a los autores de los robos y uno por temor, no puede ni hablar”, añadió. “El problema es que la misma gente del partido sandinista ha dicho que tienen armas contra los opositores y aquí se dicen muchas cosas”, reiteraron.
Productores indefensos
A partir de las protestas del 2018, la policía decomisó todas las armas que estaban en mano de los productores y ganaderos, las cuales eran utilizadas para defenderse de los delincuentes que incursionan en las fincas para robarles dinero y ganado.
Durante el mes de febrero, varios productores de esta zona denunciaron robos frecuentes de una banda organizada que supuestamente se movilizan en una camioneta. Los denunciantes dijeron que los delincuentes se mueven con toda impunidad en las comunidades de Santa María de Pantasma y Wiwilí. “Lo hacen con total impunidad”, se lamentaron.
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