
La educación intercultural en la Costa Caribe de Nicaragua enfrenta una serie de desafíos complejos que reflejan las tensiones históricas, sociales y culturales de esta región. Este territorio, habitado por comunidades indígenas, afrodescendientes y mestizas, posee una riqueza cultural que constituye tanto una oportunidad como un reto para el sistema educativo nacional.
Uno de los principales retos radica en la dificultad para garantizar el acceso a una educación de calidad que respete y promueva la diversidad cultural y lingüística de la región. Según un comunitario miskito entrevistado para este trabajo, “en muchas escuelas, los niños no tienen materiales en su lengua materna, y eso les dificulta aprender. La educación no puede ser solo en español porque nuestra lengua es parte de nuestra identidad”, explica.
Esta situación refleja una insuficiente implementación del Modelo de Educación Autonómica Regional (MEAR), un marco normativo diseñado para adaptar la educación a las particularidades culturales y lingüísticas de la Costa Caribe.
“Hay zonas de los litorales norte y sur donde los niños no entienden el español, por ejemplo en Prinzapolka, donde hay dificultades para entender el idioma. Eso ha impactado mucho el derecho a recibir las clases en sus propias lenguas”, plantea.
Además, existen limitaciones estructurales que dificultan el pleno desarrollo de la educación intercultural. La escasez de docentes capacitados en pedagogías interculturales y bilingües es un problema recurrente.
“Muchos profesores no son de aquí y no entienden nuestras costumbres. Eso hace que los niños no se sientan representados en lo que aprenden”, refiere el comunitario. Esta falta de representatividad cultural en el aula refuerza las desigualdades y limita la participación de las comunidades en la definición de los contenidos educativos.
La infraestructura también representa otro obstáculo. Muchas escuelas de la Costa Caribe carecen de condiciones básicas, como aulas adecuadas, acceso a tecnología o materiales didácticos adaptados. Según datos del Banco Mundial (2021), las brechas de infraestructura educativa son especialmente pronunciadas en las zonas rurales y urbanas de esta región, lo que exacerba las desigualdades entre los estudiantes de la Costa Caribe y los de otras partes del país.
“Se necesita desarrollo social con identidad, desarrollo productivo con identidad. Porque en las comunidades se viven realidades distintas a otras partes del país, todo se debe adecuar a los contextos. Bajo la lengua propia de un pueblo se fortalece la existencia de esas comunidades”, agrega la fuente.
En este contexto, el Estado de Nicaragua reconoce la importancia de la educación intercultural como un pilar para el desarrollo de la Costa Caribe. No obstante desde el gobierno se utiliza esta oportunidad como un espacio de adoctrinamiento político en favor del sandinismo en los centros de enseñanzas.
“Al alumno solamente le hablan del sandinismo, no se habla de la forma de gobierno ancestral de la lucha por la autonomía, es decir hay una politización disfrazada, y digo esto porque en el currículum suena atractivo pero en la práctica es otra cosa”, denuncia el comunitario.
Para avanzar hacia una educación verdaderamente intercultural, las comunidades indígenas plantean adoptar un enfoque inclusivo que involucre activamente a las comunidades en el diseño y ejecución de políticas educativas.
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