Este jueves comenzó la fiesta de la Jornada Mundial de la Juventud – Lisboa 2023 con la ceremonia de acogida que se celebró en el Parque Eduardo VII, en la que estuvo presente el Papa Francisco con cerca de 500.000 peregrinos.
La ceremonia en este gran parque del centro de la capital portuguesa comenzó con las palabras de bienvenida del Patriarca de Lisboa, Cardenal Manuel Clemente, quien agradeció al Santo Padre por participar con tantos miles de jóvenes, entre los cuales hay peregrinos que “llegaron de países donde abundan las dificultades”.
Como parte del programa, una religiosa subió al escenario con una caja que contenía una selección de las más de dos mil cartas dirigidas al Papa Francisco en los días previos a la JMJ, y que representaban a 23 países.
Extractos de los testimonios, temores y esperanzas expresados en las misivas fueron leídos en diferentes idiomas e interpretados ante el Pontífice —quien estuvo atento a cada palabra— por los jóvenes del grupo de coreografía de la JMJ.
Así, mientras en una carta su autor reconocía que el miedo lo había paralizado y llevado a tomar malas decisiones, en otra le aseguraban al Papa que sus mensajes le enseñaban a creer en el futuro.
Al final de la escenificación, la religiosa entregó la caja con las cartas al Santo Padre, y acto seguido comenzó el desfile con las banderas de los países de origen de los peregrinos, mientras se entonaban canciones, para seguir después con la presentación de los símbolos de la JMJ: la cruz peregrina y la imagen de la Virgen Salus Populi Romani.
Ambos símbolos fueron transportados por varios jóvenes a través del camino armado con las banderas en la también llamada “Colina del Encuentro”, y colocados a un lado del escenario, ante los aplausos de los miles de presentes.
Luego del momento musical, el Santo Padre inició la ceremonia litúrgica. En ella se leyó en portugués el pasaje del Evangelio de San Lucas, en el que Cristo elige a 72 discípulos y los manda de dos en dos, no sin antes decirles que la mies es mucha y los obreros pocos, y que son enviados como corderos en medio de lobos.
En su discurso, el Papa Francisco recordó a los miles de jóvenes que Dios llama a cada uno por su nombre, y que para el Señor no son un número, como los considera el mercado, sino rostros, personas, a quienes llamó desde su nacimiento. “Único es el latido de Dios por ti”, les aseguró.
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