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Niños chinandeganos dejan de ir a clases para limpiar tumbas




Una patrulla policial frena de pronto en el interior del cementerio chinandegano, ante un grupo de niños que con palas y machetes están al acecho de parientes de deudos para limpiar las tumbas en esta época del año.


No los detienen, pero les recomienda buscar su casa. Ellos siguen como si no oyeran la recomendación. Se trata de la movilización de decenas de menores en busca de trabajo y dinero para llevar a casa por estos días de los Fieles de Difuntos.


Finales de octubre y principios de noviembre, son los días de oportunidad que aprovechan los niños del reparto El Limonal y del vecino Carlos Fonseca, Etapas I y II para hacer algún “dinerito”.



"No fuimos hoy a la escuela para venir a limpiar tumbas, cobramos 30, 40 y 50 córdobas", declaró J. López, un avispado menor de unos 11 años. Los niños están provistos de machetes y palas; algunos muy creativos llevan sus herramientas en una pequeña carretilla, forjada con reglas, llantas de juguetes y a partir de una cajilla plástica donde antes se transportaba leche en bolsa.


Uno de los menores al que llamaremos José contó para este reporte que el domingo último hizo 280 córdobas en su labor de limpiar tumbas, por eso no asistió a la escuela este lunes para “rebuscársela también”.


Mucha pobreza


Contó José que ese día, su papá prefirió el trabajo de adentrarse en las aguas contaminadas del Río Acome a orillas del basurero y a unos 150 metros al oeste del camposanto en busca de plata y oro. "De ahí no sale nada, a mi papá le cuesta encontrar oro y llega sin nada a casa, por eso yo ayudo", explica el menor.

Es evidente el trabajo infantil debido a la pobreza de las comunidades en la periféria de esta ciudad. En este día, los niños se aglomeran en la salida del cementerio, frente al portón, están atentos a quienes ingresan para ofrecer sus servicios. “¿Le limpio la tumba?,¿Dónde la tiene? Lo hago barato tío”, se les oye decir.


Mientras unos insisten en la limpieza, otros, a bordo de triciclos ofrecen lavar bóvedas, las cadenas y las cruces. También hay mujeres en busca de un trabajo en las tumbas. La competencia es fuerte.


Mientras, las calles del camposanto lucen un tanto limpias, las familias contribuyen a pintar, limpiar o lavar sus espacios y un pequeño equipo municipal se presentó por la mañana para despejar de troncos y desechos del entorno, limpian aceras y andenes, pero las tumbas están reservadas para el que ofrezca el mejor servicio de limpieza a un buen costo.




“Deberían estar en casa”


Los niños no están solos, varios adultos les hacen competencia ofreciendo los mismos servicios. Se ven albañiles, “somos pintores de brocha gorda y fina”, dice uno de ellos.




Los precios de trabajos de limpieza oscilan entre 300 y hasta 800 córdobas según lo que el cliente requiera. “Estos niños deberían estar en la casa, además que no son trabajadores, están botando el servicio”, dice un limpiador de bóvedas que asegura lleva trabajando en el camposanto desde hace 17 años.


Los niños siguen en lo suyo, tampoco parece importarle lo que digan “los grandes”, igual que ocurrió con los policías terminarán ignorándolos en busca de “centavitos” para llevar a casa, aunque sea por este día.


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