El régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo lejos de dar pasos que sean reconocidos por la comunidad internacional en pro de la restauración de la democracia y la libertad de expresión, continúa sumando aliados que, podrían según expertos, traer conflicto en lugar de beneficios.
A inicios de febrero, el canciller iraní Hossein Amir-Abdollahian arribó a Nicaragua con el objetivo de sostener una serie de reuniones con el gobierno de Ortega que, tras la firma de un acuerdo de cooperación entre ambos países, ofreció convertir al país en una plataforma para Irán en Centroamérica.
El ofrecimiento de Nicaragua lo hizo saber Laureano Ortega, hijo de la pareja gobernante y asesor de inversiones, comercio y cooperación internacional del régimen, quien expresó sentirse complacido con la presencia del diplomático iraní.
“Somos pueblos luchadores, pueblos heroicos y pueblos hermanos. Irán tiene un gran desarrollo tecnológico, industrial, comercial, del cual Nicaragua se podría beneficiar mucho y Nicaragua tiene y juega un papel fundamental en la región centroamericana como plataforma de exportación de productos, para convertirse en una vitrina de los productos iraníes en toda la región centroamericana. También juega un papel importante en la diplomacia y la geopolítica”, dijo Laureano Ortega Murillo, durante la reunión que sostuvo con el canciller iraní.
Una amenaza para la región
Por lo anterior, surgen interrogantes como cuáles serían las implicaciones de dicho ofrecimiento, si existen beneficios para la población o incluso si habrían consecuencias.
Dos expertos en relaciones internacionales responden a estas interrogantes.
Carlos Murillo Zamora, experto en relaciones internacionales, catedrático costarricense e investigador de la Escuela de Administración Pública de la Universidad de Costa Rica (UCR), insiste en advertir que la presencia iraní en Nicaragua para la región representa “una amenaza” debido que, según dice, no se trata de la presencia de Irán, si no que se trata “de facilitar la presencia de grupos armados que son apoyados por Irán”.
El experto costarricense subraya que, de hecho, Irán ya tiene presencia en Nicaragua desde hace tiempo, pero no descarta que tras la visita del canciller iraní “esa presencia se fortalecerá con algunas inversiones, de las que habría que ver cuáles serán”.
Con una opinión diferente, Carlos Cascante Segura, profesor de la Escuela de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional (UNA) de Costa Rica, refiere que Irán no tiene la capacidad en estos momentos de tener aventuras internacionales de esas características para retar a Estados Unidos, desde Centroamérica.
Y cree que la visita y acuerdos establecidos buscan en realidad “encontrar la posibilidad que ambos países de evadir las medidas o sanciones impuestas por Washington”, puesto que a su criterio, “ni Irán, ni Nicaragua tienen la capacidad para retar a la potencia estadounidense”.
Sin embargo, un portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, declaró a la Voz de América que las sanciones contra Irán “se mantienen sin cambios”.
Más consecuencias, cero beneficios
Para Murillo Zamora, la presencia iraní en Nicaragua tiene que verse como “una expresión del régimen de confrontación” por que los Ortega-Murillo “quieren decirles a los vecinos centroamericanos sobre todo EE.UU., que está respaldado por Irán y que no lo amenace y tampoco ataque porque tiene a un poderoso detrás, como tiene a China y Rusia”.
El experto costarricense indica que los acuerdos entre Managua y Teherán “hay que verlos con lupa en el sentido de que hay detrás de esos ofrecimientos en realidad y cómo va a manipular esos ofrecimientos el gobierno nicaragüense, sobre todo aquellos que tienen que ver con inversiones”.
Insiste en recalcar que “Irán no hace proyectos de inversión como China en industrias textiles, hay que tener en cuenta que las inversiones que provienen de Irán, la mayoría están relacionadas por el ejército o la guardia iraní y que opera en áreas sensibles para los intereses de seguridad y defensa de los países por eso hay que tener cuidado con estos ofrecimientos”.
Sobre las eventuales consecuencias, Murillo Zamora, señala que serían que “se incrementan las tensiones a nivel mundial entre EE. UU., Europa y occidente y los llamados países no occidentales como Rusia, China, Irán, Corea del Norte. Podría Nicaragua convertirse en un escenario de tensiones de violencia por la confrontación política, incluso armadas, entre occidente y los países no occidentales, hay más consecuencias negativas que beneficios para la población nicaragüense”.
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