La “guerra” declarada por el presidente de Ecuador Daniel Noboa a las bandas del crimen organizado siguió este jueves en ciernes por tercer día consecutivo, con el mandatario decidido a construir dos cárceles ‘modelo Bukele’ para los líderes de estas mafias que mantienen desde el martes motines en siete cárceles con 176 funcionarios retenidos adentro.
En las calles aún persiste el temor a nuevos atentados y actos violentos como los ocurridos el martes que incluyeron el secuestro y asesinato de policías, el estallido e incendio de automóviles y el asalto armado a un canal de televisión en la ciudad de Guayaquil.
Tras la declaración del “conflicto armado interno” y la categorización de las principales bandas criminales del país como grupos terroristas y objetivos militares a ser neutralizados, las patrullas de militares realizan control es a transeúntes y a automóviles en búsqueda de “terroristas”.
Bajo ese clima, y con un simple comunicado y declaración en vídeo, Noboa presentó unos escuetos planos de las dos cárceles que su administración contempla construir a similitud de las que ya están operativas en México o en El Salvador para combatir las pandillas y las mafias del crimen organizado.
Si bien hace unas semanas Noboa indicó que las cárceles serían diseñadas por la misma empresa que hizo la ‘megacárcel’ de El Salvador, esto no fue precisado en el anuncio realizado este jueves ni tampoco la fecha prevista de inicio de las obras.
Estas dos nuevas cárceles, que se ubicarán en la provincia amazónica de Pastaza y la costera de Santa Elena, tendrán capacidad para 736 presos, lejos de los 40.000 reos que el Gobierno del presidente Nayib Bukele afirma que puede albergar su prisión.
Ambos recintos contarán con inhibición de señal celular y satelital, sistemas electrónicos con tecnología de punta, control de acceso digital y análogo, triple seguridad perimetral y autogeneración eléctrica, aspectos inéditos en las actuales prisiones ecuatorianas.
En esas dos cárceles Noboa pretende recluir a los líderes de las bandas criminales para así recuperar el control del resto de cárceles, muchas de ellas dominadas internamente por estos grupos delincuenciales, presuntamente detrás de la serie de motines en las cárceles y de violencia en las calles.
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