Depositar una sola flor, elevar una oración o siquiera tomar ente sus dedos un poco de la tierra fría que cubre la sepultura donde descansan los restos de su hijo, es un sencillo acto de amor que este 2 de noviembre, Día de los Difuntos en Nicaragua, no pudo realizar doña Candelaria Díaz, madre de Carlos Manuel Díaz, en el campo santo del barrio Monimbó en Masaya.
Desde un rincón en su lugar de trabajo en San José, Costa Rica, lo único que hizo la adolorida madre fue llorar en silencio, ante la impotencia de no poder visitar la última morada de su vástago, quien fue asesinado de un certero balazo en el pecho el 30 de mayo de 2018, el propio Día de las Madres nicaragüenses, mientras se realizaban las protestas gubernamentales en esta ciudad.
“Me siento triste, muy dolida al recordar la fecha de los difuntos. Es muy duro saber que no lo voy a volver a ver, mi abrazarlo, ni siquiera visitarlo en el cementerio. La gente me dice que lo deje descansar en paz, pero hasta el día que yo esté en mi tumba dejaré de mencionarlo y exigir justicia por su asesinato”, aseguró Díaz.
Lejos de su tierra, la señora sostiene que ha sido una madre guerrera que con mucho esfuerzo pudo criar a sus dos hijos, incluida a su actual hija, y que siempre se ha entregado con amor a su familia. Haber luchado por sus hijos sin el apoyo de su pareja ha sido muy duro para la señora, más cuando supo de la noticia del asesinato de Carlos.
“Pero yo tengo la fe en Dios y la confianza en que algún día se hará justicia y que Nicaragua será libre y con democracia plena, para poder regresar y visitar la tumba de mi hijo y que los culpables, que ya sabemos quiénes son, paguen por su muerte, porque para mí es muy duro no estar en mi país”, lamentó.
En octubre de 2021, esta madre del opositor asesinado, decidió salir clandestinamente de Nicaragua, luego de los constantes asedios recibido por sujetos paraestatales en su casa y en el trabajo. Llegó por veredas a suelo costarricense, y desde entonces no puede salir poque está en un proceso de solicitud de refugio.
“Yo no he sido la misma desde la muerte de mi hijo, y pues el exilio no es fácil, es cierto que uno gana un poco mejor, pero la vida aquí en Costa Rica es muy dura, todo está más caro, además el emigrante sufre mucha xenofobia. Pero ahí vamos para adelante, además que yo tengo a cargo a las dos niñas que dejó Carlos, ahí estoy pendiente en apoyarlas en sus necesidades”, sostuvo.
“Siento una gran frustración no poder estar en Masaya este dos de noviembre, estando tan largo y no poder comprarle unas flores a Carlos, pero bueno mi nuera lo va a hacer, aunque a mí me hubiera gustado ir a limpiar su tumba con un machete y estar un rato conversando en silencio con él”, externó la señora.
Explica que otras de las razones por las cuales no puede volver a Masaya es porque un hermano de ella, que es simpatizante del partido de gobierno, la acusó recientemente de ser dirigente de los tranques de Monimbó. “Lamentablemente mi hermano es un sandinista envenenado que no hace nada, solo espera la oportunidad para que me echen presa en Nicaragua, por eso salí, para evitar esa situación”, añade.
Carlos Manuel Díaz, fue asesinado cerca de la placita de Monimbó el Día de las Madres en 2018 en horas de la noche, mientras se realizaba una protesta en este barrio. Ese día doña Candelaria le había comentado a su hijo que no iban a celebrar nada en solidaridad con las madres que habían perdido a sus hijos en la marcha de Las Madres en Managua, sin imaginar que horas más tarde ella estaría en la misma situación de llanto y dolor.
“Yo no puedo estar a favor de un gobierno que me ha arrebatado a lo más preciado que tenía, que era mi hijo, porque no era delincuente, todos los vecinos son testigos que él trabajaba y se esforzaba mucho por sus niñas, por eso nunca me voy a callar y señalar a los verdaderos asesinos de mi hijo”, concluyó doña Candelaria.
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