En las últimas horas el régimen Ortega-Murillo ordenó una redada contra los sacerdotes de la Iglesia Católica nicaragüense, especialmente contra aquellos pertenecientes a la Arquidiócesis de Managua. Entre el 29 y el 30 de diciembre fueron detenidos al menos seis religiosos.
Relatos de testigos que han presenciado las detenciones arbitrarias, revelan que el "modus operandi" de la policía en algunos casos es llegar hasta la casa cural, intimidar y luego exigir al sacerdote que los acompañe para que responda unas "preguntas".
Fuentes Confiables conoció que así fue secuestrado el padre Mykel Monterrey Arias de 43 años a eso de las 9 de la noche del viernes 29 de diciembre, en la casa cural parroquial ubicada en la colonia Rafaela Herrera en Managua.
Varios agentes policiales se presentaron hasta la vivienda del sacerdote y golpearon con fuerza la puerta exigiendo a las personas que se encontraban acompañando al padre Mykel que no lo escondieran o romperían todo.
Inmediatamente, el padre Mykel salió y les preguntó para que lo necesitaban, pero los policías del régimen le manifestaron que necesitaba responder unas preguntas a "otras personas" por lo que tenía que acompañarlos.
Durante las protestas de 2018, el presbítero, quien es el párroco de la Parroquia Nuestra Señora de Candelaria ubicada en las Américas I, Managua, abrió las puertas de la casa cural para atender a los universitarios y demás manifestantes heridos en la confiscada Universidad Politécnica de Nicaragua (UPOLI).
Además, fue quien desmintió la versión de medios oficialistas sobre el supuesto secuestro de Telémaco Talavera, expresidente del Consejo Nacional de Universidades (CNU), durante uno de los ataques de la policía a la universidad.
Hasta el momento se desconoce el paradero del padre Mykel y del resto de sacerdotes secuestrados por el régimen Ortega-Murillo que ha arreciado su embestida contra la Iglesia Católica nicaragüense.
La feligresía en general se encuentra entristecida ante las acciones arbitrarias contra los presbíteros y demandan que el Cardenal Leopoldo Brenes y la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) dejen de guardar silencio y se pronuncien.
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